En junio de 2017 comenzamos con la aventura de La Caseta de Bombas, un edificio con 111 años de antigüedad, declarado Bien de Interés Cultural, y que reconvertimos en un asador de carnes de Cantabria y pescados de la lonja de Santander, con una interesante apuesta por la cultura: organizamos charlas, debates, encuentros, exposiciones, talleres infantiles, visitas escolares, etcétera.
Desde La Caseta de Bombas, situada junto al dique de Gamazo, hay unas vistas privilegiadas a la bahía de Santander: se ve el mar, las montañas, el puerto… Pasear, sentarse allí, disfrutar del sol es un lujo que se multiplica cuando comprendes la importancia histórica de este conjunto industrial. Un patrimonio que pertenece a todos los santanderinos y santanderinas. Sin salir del mismo metro cuadrado puedes hablar de con un pescador de la bahía, con personajes santanderinos como Roberto Orallo o Jan Abascal, comerte un entrecot de ternera ecológica de Siete Valles de Montaña o beber una copa de un vino blanco de Cantabria que nada tiene que envidiar al resto de blancos de España.
Cuando inauguramos La Caseta de Bombas no nos planteamos que este espacio pudiese ser también un lugar donde celebrar bodas, hasta que surgió la oportunidad y dijimos: «¿Por qué no?». Casarse junto al mar es el sueño de cualquier santanderino, de nacimiento o de adopción. Darse el sí quiero junto a la bahía que nos mira desde el sur con sus días locos y brillantes, con su color plata que te envuelve, con ese encanto que a todos atrapa. Darse el sí quiero en un edificio de principios del siglo XX donde todavía se conservan elementos originales, y no solo sus paredes. Por ejemplo, una caldera o una impresionante grúa que culmina el comedor principal.
Nos enamoramos de la idea y del concepto. De una boda marinera santanderina, pero rompiendo moldes. Y nos pusimos manos a la obra.
Elegimos junto a los novios recetas marineras que acompañaran al concepto del lugar: anchoas de Santoña, rabas del Cantábrico, quesos cántabros, arroz marinero en horno de leña… Y María y Ion se encargaron de la decoración, que tenía impregnado el inigualable sello Deluz. Reinterpretamos el espacio para recibir con daikiris a 100 personas y la fiesta duró hasta las 3 a.m., con la suerte que da estar en pleno centro de Santander y poder seguir la boda en la zona de fiesta.
La ubicación junto al mar, además de una belleza inigualable, tiene otras ventajas como los barcos que surcan la bahía y te permiten dar un paseo nocturno o celebrar a bordo una fiesta al anochecer, con cóctel final en La Caseta de Bombas. ¡Ideal para prebodas!