Rosana y Miguel se conocieron en las redes sociales, en una página que organizaba viajes para singles. Ella es natural de la localidad Junta de Voto, en la zona oriental de Cantabria, y él, de una de las calles más culturales de Santander, de la calle del Sol. Ambos cántabros, y hartos de viajar solos, decidieron embarcase juntos en esta romántica aventura mientras sonaba Purple Rain todo el rato en sus vidas —sobre todo en el salón de su casa—.
Cuando llevaban dos años y medio de relación, en diciembre de 2016, cogieron un avión rumbo a París, la ciudad de las luces y del amor, donde se pidieron matrimonio mutuamente. Meses después, tuvo lugar la boda que se ofició en el registro de Santander, junto a sus familiares y amigos de manera íntima, pero muy emocionante.
Celebraron su fiesta de compromiso el 10 de junio en Deluz porque “sencillamente era nuestro sitio”, nos cuentan, y lo hicieron con un oficiante muy próximo a ellos. No tuvieron que darle muchas vueltas a la elección y se dejaron envolver en una celebración al más puro estilo cántabro: gaita y tambor con sonidos celtas que hicieron sentir a los novios más especiales aún. Todo en un lugar también especial, el jardín de Deluz, con un cóctel y una posterior cena en uno de nuestros salones.
Lo emocionante de la boda, afirman, sucedió al principio cuando Rosana se dirigía de la mano de su hijo al lugar donde Miguel le estaba esperando al ritmo de la gaita y el tambor. A partir de ahí, no dejaron de sucederse los momentos emotivas, como las palabras que ambos se dedicaron y las posteriores lecturas de dos miembros de la familia, Nuria y Hugo. También los momentos divertidos cargados de risas nerviosas. Y si no, que se lo digan al oficiante, Pedro, que, más nervioso que la novia, estaba deseando decir “ya sois marido y mujer” o alguna frase que sentenciase el momento, dicen Rosana y Miguel.
Sonó Noche de bodas, de Joaquín Sabina, para la entrada al comedor. Y en el momento del baile, Prince cautivó a todos con su Purple Rain tan especial para esta maravillosa pareja que quisieron hacer partícipes a todos los asistentes de su canción especial.
En la celebración, Rosana lució un vestido de Sarah Bride y del maquillaje se encargó el centro BioCen-Santander. La boda estuvo organizada por los novios, Miguel y Rosana, —Rosana y Miguel— siempre con la generosidad y entrega de Beatriz, su cuñada, y también con el asesoramiento de nuestra querida Isabel de Deluz.
Todo fue para recordar y nada para olvidar, desde el momento en el que Rosana empezó a vestirse, su estrada, el baile… hasta las vistas más bonitas del Sardinero.
Fotografía: José Abando, de Nueva Gente.