Este 2019 hemos cumplido 13 años y aún seguimos poniendo cara a las más de 650 parejas que se han casado con nosotros a lo largo de este tiempo. En el jardín y en los salones del restaurante Deluz, en valles verdes de Cantabria, Asturias y País Vasco y en la meseta castellana, en palacios del siglo XV, en fincas rodeadas de plataneros, en casas particulares, en casonas reconvertidas en hoteles y en campos de golf. Todas y cada una de esas 650 bodas han sido mágicas, especiales y únicas, y las hemos vivido con ternura y con ilusión. Nos hemos convertido en un equipo de profesionales que trabajan unidos como en una colmena, sin que ningún detalle -del más insignificante al más imprescindible- quede sin atar. Todo está comprobado, medido, pensado, estudiado. Conservamos la misma ilusión con la que arrancamos hace ya más de una década, pero con un savoir fare que nos avala. Y hoy queremos presentarnos.
Antes de que fuera restaurante, Ramón, nuestro jardinero, ya le cantaba a la lantana naranja, a la buganvilla, a la jacaranda y a las 527 rosas de esta casa de los años cincuenta. Lleva 30 años ayudando a la primavera y poniendo de moda lo natural; nosotros lo llamamos green made in Ramón. Nuestro hit es el magnolio japonés, al que primero le salen las flores y luego las hojas, y bajo cuya sombra se han firmado declaraciones de amor, se han sellado pactos con besos románticos y se han entrelazado parejas de manos. Hace pocos meses que fue abuelo y por eso pensamos que el jardín es más jardín que nunca y la fachada parece un cuadro de Monet, porque las plantas y las flores sienten la felicidad de quien las cuida.
Avanzamos por el camino de piedra y llegamos al porche de Deluz, con la grulla siempre vigilante. Si las paredes hablasen te contarían que aquí hemos tenido ceremonias con lágrimas de felicidad incluidas y que se han dado los «sí quiero» más sinceros del mundo. Y mientras te lo vas imaginando, ding-dong, te abren la puerta Isabel y Elena, y te invitan a charlar en la biblioteca, un espacio original de la antigua vivienda. Ellas te acompañarán a lo largo de la aventura más importante y romántica de tu vida.
¿Qué tipo de boda queréis? ¿Cuáles son vuestras estaciones favoritas? ¿Cuántos invitados os acompañarán? Isabel y Elena os escuchan y os hacen muchas preguntas para llegar a ese punto de confianza en el que, en el gran día, sean capaces de entender vuestra felicidad con una sola mirada, de saber en un instante que todo está tal y como lo habíais planeado, que vuestro sueño se ha hecho realidad. Nos encanta sorprenderos a vosotros y a vuestros invitados con ideas nuevas y atrevidas, pero que no pierdan ese punto de tradición que tienen todas las bodas.
Las mesas Saarinen, las sillas Eames, el mármol arabescato… El mobiliario de Deluz está compuesto por piezas exclusivas de los años cincuenta y por elementos de época, como la alfombra de la biblioteca que es de la Real Fábrica de Tapices, del siglo XIX, o los grabados que decoran el rango uno. María es nuestra admirada decoradora, reconocida por todas las revistas de moda y diseño. A Marisa Santamaría, directora de la Unidad Internacional de Tendencias del IED, le preguntaron en Traveler por tres nombres de restaurantes en Madrid que le enamoraran por su diseño y contestó que «cualquiera de la familia Zamora».
María y Ion son los encargados de trasladar el espíritu de la casa a nuestras bodas Deluz. Montajes inigualables e irrepetibles, montajes siempre diferentes que hacen que una boda nunca sea como otra. Flores frescas en cada rincón como norma y la distancia entre cada cubierto de plata con filigranas de Ercuis, medido al milímetro, los manteles de lino de Damasco, como los que había antiguamente en las casas, las copas de cristal de Lalique y la vajilla de Boné China.
Junto a Said, la mano derecha de Ion, hemos transformado jardines en salones de casa con diferentes espacios y hemos preparado estaciones de sushi en mesas recuperadas de anticuarios. Es la haute couture de la decoración de bodas. ¿Qué mantel te gusta más? ¿De qué color quieres que sean las flores frescas de tu boda? ¿Ponemos velas?
Los nervios se disipan, suena una banda de rock-pop de fondo, alguna corbata se relaja y empieza la fiesta: estaciones de marisco, show cookings de ternera ecológica de Siete Valles de Montaña, cazuelitas de puntalette con almejas, foie trufado de Espinosa de los Monteros… Las bandejas van saliendo una a una y a nuestro equipo de sala no se le escapa ni un solo detalle. Begoña, Nico, Olga, Fares, Kalo y Manuel, qué lujo de equipo. Los cócteles lárgos son un must en cualquier boda, y mientras os sacáis fotos, charláis con vuestros invitados, reís a carcajadas y perdéis la cuenta de cuántas veces habéis brindado ya, y sin que os deis cuenta, esa copa de vino nunca estará vacía.
Primero a la mesa presidencial, luego a las damas y por último a los caballeros; se sirve por la izquierda y se retira por la derecha. El banquete es un ritual, los platos se posan suavemente y a la vez, con esa mirada de quien lleva años trabajando y se conoce todos los gestos de sus compañeros. Un servicio Downton Abbey del siglo XXI. La elegancia y la exquisitez siguen de moda en 2019 y son un recuerdo imborrable para los protagonistas y sus invitados.
Los protagonistas del número de magia entre fogones son Fausto, Halyna, Jonathan, Gema, Isabel, Feliciano, Sonia y Johnson, un equipo diverso, unido, comprometido, profesional. Un equipo que sigue dando vueltas a la tuerca 13 años después, que sigue innovando, presentando nuevos platos y estaciones. Que da la vuelta al mundo sin salir del Sardinero y que es capaz de hacer felices a 300 personas con la tranquilidad y el pulso con el que opera un cirujano a corazón abierto.
Son adoradores natos del producto: la ternera eco de Siete Valles de Montaña, el foie de La Llueza, el pescado de la lonja de Santander, el queso de Los Tiemblos, el lechazo de Chencho, las verduras eco de La Traílla, la treccia di mozzarella de Roberta, los tomates de Huesca, las rabas del Cantábrico. La delicadeza con la que tratan la materia prima es digna de documental de National Geographic. Pero si nos pudiéramos quedar con solo una cosa, sería con lo delicioso de sus recetas, que no dejan indiferentes a nadie. Hay invitados que siguen preguntando a los novios tiempo más tarde por las crepinetas de cigalitas. Palabrita.
De Inma no hemos encontrado fotos porque ella es ninja. Dirige el equipo, chequea TODO antes, durante y después, se encarga de que no falte de nada. Es una persona de referencia para nuestras parejas el día de la boda y encargada de que cada invitado esté bien atendido. Detecta las ganas de sentarse y se ocupa de que haya una silla cerca; tiene un radar especial para saber qué necesitan los novios en cada momento; interpreta rostros, lee miradas. Y además, nos coordina y nos cuida a todos, y gracias a eso somos un equipazo.
Y last but not least, Carlos, que se encuentra detrás del diseño de cada boda en todos sus aspectos: recetas, cocina, organización de sala, montajes… Como dijeron de él en la revista Elle Gourmet, «es el emperador honesto». Es imaginativo y el que más entiende de conceptos de hostelería, y es que no se pierde un artículo sobre emprendedores y tendencias gastronómicas, y lleva la palabra innovación por apellido. Sabe que uno no puede quedarse dormido en este mundo globalizado, tan rápido y cambiante, donde cada nueva temporada es un mundo, y por eso siempre está buscando las maneras de reinventarnos, de ser líderes en el sector, de crear estilo y escuela, de ser los trendsetters cántabros.
«Deluz, en cuyo jardín a una le gustaría ser como Liz Taylor para casarse ocho veces”. Nos encanta esta frase, que se la hemos pedido prestada a Almudena Ávalos. O que nuestros restaurantes «son como un buen poema donde no sobra una coma ni falta una palabra». Ya nos gustaría, Almudena, ser un poco Jaime Gil de Biedma, al más puro estilo de Pandemica y Celeste. Mientras tanto, agradecer tus palabras y mimo; también a ELLE España y a Cristina Altozano por haber apostado siempre por la tribu que formamos Deluz y Compañía desde aquel día, hace muchos años, cuando publicaron Deluz y su jardín, y la gente venía de toda España con la página recortada en mano.